martes, 11 de noviembre de 2008

Retablo del Señor de las Penas

El retablo que cobija a la Sagrada Imagen del Cristo de las Penas en su capilla sacramental es un claro ejemplo de la producción sevillana de finales del siglo XVIII. Realizado en madera tallada y dorada, ha venido acompañando desde su construcción, en 1780, al Santo Cristo por sus diversas sedes canónicas –el Convento de la Victoria, la Iglesia de San Jacinto y su actual Capilla-.

En un estilo puramente barroco, con profusión de adornos típicos de este estilo como la rocalla, nos encontramos con tres partes diferenciadas: el banco, el cuerpo central, y el ático. El primero de ellos se dibuja a base de sinuosas líneas ubicándose en su parte central, en un tiempo más reciente, el sagrario donde se guardan las Sagradas Formas. Está realizado en plata de ley y es obra de Orfebrería Triana, representando este habitáculo en su puerta frontal el misterio de la Resurrección de Cristo.

El cuerpo central lo ocupa prácticamente en su totalidad el camarín del Señor de las Penas, formado por una esfera semicircular decorada con rocallas. Está delimitado espacialmente por dos estípites que le fueron añadidas en la restauración a la que fue sometido el retablo en 1993, consiguiendo una mayor profundidad el conjunto, recordando sobremanera a la tipología de retablos-vitrina que tanto se prodigaron en las tierras andaluzas. Este camarín está flanqueado por dos tallas de tamaño académico que se corresponden con Santa Elena –descubridora del Santo Lignum Crucis- y San Francisco de Paula –Titular de la Hermandad-, imágenes talladas por José Antonio Navarro Arteaga en 1993 y que ocupan el lugar que antaño fuera de una Santa portando un crucifijo y un San José con el Niño en brazos.

Por su parte, el ático vuelve a reproducir entrantes y salientes líneas, rocallas, motivos vegetales y florales,..., todo muy del gusto del estilo barroco del que, como señalamos, es un claro exponente esta pieza de talla. Además, todo el conjunto se encuentra perfilado por rebordes tallados que dan contorno a la obra.

Respecto a las restauraciones a las que ha sido sometido este retablo, se podrían señalar las de 1951 y 1976, dado el lamentable estado de conservación en el que se encontraba esta obra.

Sin embargo, el proceso más crucial al que fue sometido este retablo y que le imprime en gran parte su prestancia actual se produjo en 1982, llevándose a cabo tal empresa por Antonio Martín Fernández, en la talla, y Manuel Calvo Camacho, en el dorado. Así, se arreglaron tanto la carpintería como la talla, y se construyó el actual camarín, dorándose todo con posterioridad con oro alemán.

No obstante, quedaría otra restauración más a la que someter a este retablo, y es que en 1993 se le incorporan las estípites y los santos que complementan el programa iconográfico, así como se remozan elementos que se encontraban en alto grado de deterioro. Pero qué duda cabe, que gracias a estas labores de intervención la Hermandad de la Estrella conserva en la actualidad una magnífica obra de retablística dieciochesca sevillana para su Titular cristífero.